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Oswaldo Cattone: “Aunque hoy no es mi prioridad, si no tengo sexo, muero”

“Un Don Juan en el Infierno es la obra 104 que presento en el Marsano. Actúo y dirijo porque me siento con tanta energía, al punto que hasta hoy hago el amor una vez a la semana”. Oswaldo Cattone, siempre original, nos presenta su última obra.

"Me llamo Inocencio”, me dice Oswaldo Cattone, un actor que llegó –para quedarse– al Perú en 1973. Acaba de estrenar en el teatro Marsano Un Don Juan en el Infierno, obra que protagoniza y dirige. Véala de L a J, a las 8 p.m.

¿Es inocente?
No. Lo que sí soy es ingenuo, crédulo, entregado; nunca estoy prevenido. Recibo a todos, incluso a los desconocidos, con total afecto.

¿Esto le ha traído problemas?
Sí, problemas de afectos no correspondidos o traicionados. A lo mejor yo traiciono sin querer, porque no siempre hay que echarle la culpa al otro. Si fuera menos crédulo tendría más plata de la que ‘no’ tengo (risas). Este teatro es privado, un elefante blanco, que no es mantenido ni subvencionado por ninguna universidad, nunca he hecho una alianza con ningún banco, todo lo que se hace aquí es con mi dinero y la plata que tengo –o no– me la ha dado el público.

No tiene nada de malo hacer una alianza con un banco…
No es mala idea, pero las cosas se han dado así. Soy un empresario que arriesga y si pierde, pierde, y si gana, gana. Esto me da una cierta independencia, porque nunca me han dicho qué obra poner ni a qué actores elegir.

El teatro del Marsano…
Es Cattone. Hace 35 años que hago teatro en el Perú. Ya no soy una figura de la tele, un producto, un figuretti, creo que tengo un pequeño nombre, un pequeño prestigio, que me lo he ganado con trabajo.

¿No es extrovertido?
Es verdad, lo soy, pero no busco la publicidad, vender. Y siempre fui así. Hay dos formas de hacer una carrera: con trabajo o figuración. Elegí el trabajo.

¿Es tan ególatra como el personaje de su nueva obra?
No soy nada ególatra. Tengo una cierta autoestima, que es distinto. Si uno no se quiere un poco, no es capaz de querer a nadie. Yo soy exuberante, pero es mi carácter, no lo hago de petulante. No soy depresivo: por más grandes problemas que tenga siempre puedo dormir. Yo no me hago paltas por las cosas que tienen solución… y todo tiene solución menos la muerte.

Llegó al Perú en el 73…
Vine a hacer Me llaman Gorrión. El Perú es un país muy especial… y hoy lo está demostrando: Tenemos a un Nobel como Vargas Llosa, a un fotógrafo como Mario Testino, a una deportista como Sofía Mulanovich, a un cocinero como Gastón Acurio, a un cantante como Juan Diego Flórez, quienes son estrellas en el mundo entero. El Perú se ha destapado y yo he colaborado con esto, y soy feliz pues puedo gozar con esta circunstancia. Y me quedé porque un país es su gente, y yo siempre me he sentido aquí muy querido… a pesar de ser argentino (risas).

¿Vivimos un ‘boom’ teatral?
Los peruanos siempre han visto teatro. Yo hice éxitos descomunales, más de los que hago hoy, en los 80.

Usted es ‘acusado’ de hacer teatro comercial…
Hay una frase que dice: siéntate en la puerta de tu casa y verás pasar el cadáver de tu enemigo. Fíjese en los éxitos de los últimos años, todos han sido de las obras que siguen mi impronta: La pulga en la oreja, La jaula de las locas, todas son obras comerciales. En los 80 era muy criticado por la crítica barranquina y de izquierda, pero hoy la realidad me da la razón, pues todos han caído en el teatro comercial. Lo comercial no es malo, lo importante es que sea bueno.

¿Las malas críticas le quitaban público?
Numéricamente no, pues el público nunca se guía por una crítica, pues acá funciona más el boca a boca. Jóvenes directores como Juan Carlos Fisher, David Carrillo y Ricardo Morán me dicen que se enamoraron del teatro viendo mis obras. Siento que estoy recogiendo los frutos de la gente que un día me atacó: se han dado cuenta de que soy trabajador, responsable y ético. Tengo casi 78 años y sigo trabajando, y no me retiro porque siento la vitalidad en mí. ¿Por qué debería quedarme en mi casa tejiendo, pintando, cosiendo? Soy un hombre mayor que se ilusiona por las cosas y por el amor, pues todavía me considero un seductor.

Se casó varias veces…
Tres y tengo un hijo de 54 años. Mi última mujer está muy mal. He tenido plurales relaciones, pero no quiero comprometer a otra gente. Soy un hombre enamorado, pero la edad pasa factura, la exuberancia no es la misma, cuesta más. Me gusta el sexo, pero hoy no es mi prioridad, puedo pasarme una semana sin él, pero más no, ah. Si no tengo sexo, muero. ¿Para qué está el viagra? (Risas).

¿Todos sus amores son heterosexuales?
No le respondo porque puedo desconcertar al público. Además, o se dice la verdad o no se habla. Y yo no hablo, ¿está claro, no?

¿Le molestaba que lo imiten en la televisión?
Cito a Bernard Shaw: “La imitación es un tributo que el mediocre le hace al talento”, porque no se imita aquello que no te marca. Rossini imitaba mi lado más seductor, pero yo no era ese personaje.

¿Qué tal novelista se siente?
Si comparo mis libros con los de Vargas Llosa siento que me falta talento. Soy un hombre inteligente que escribe.

Fuente: Peru21

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