El palmarés del ‘Mago’ incluye títulos con la ‘U’, Cristal y con muchos otros equipos, además de una clasificación al Mundial 2002 con Paraguay. Y pensar que todo se inició hace 34 años, cuando cambió una gerencia por el buzo de DT.
Armenia es un pueblo caucasiano, somos descendientes directos de Noé, porque el Arca está en el Monte Ararat, símbolo nacional. Lo que pasó entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX es lo que el mundo ha calificado como un genocidio, pues murieron un millón y medio de armenios. Producto de eso es la venida de mi familia a América.
¿Cómo era su familia, era una familia de dinero?
Era una familia de trabajadores, mi abuelo tenía una tienda. Después mi padre emigró a Argentina, cuando se separó de mi madre, y allá viví 12 años. Vivíamos en un barrio obrero, en Lanús. No faltaba para comer, pero no sobraba nada.
¿Descubre el fútbol en Argentina o ya jugaba en su país?
De chico jugué, claro. Tengo el recuerdo del festejo de Uruguay campeón del mundo en 1950. Yo estaba jugando a la pelota en la vereda y la gente escuchaba el partido en los bares. ¿Si se volvían locos? Peor, se tiraban por la ventana. Crecí escuchando eso, mi vida está totalmente vinculada a la pasión por el fútbol.
¿Pudo ser jugador profesional?
Hice todo el proceso hasta que llegó la oportunidad de ir a un club, a Lanús. Quise ser futbolista, era un defensor técnico, pero hubo muchos mejores que yo. Cuando regresé a Montevideo el fútbol se terminó.
¿Lo ganó el estudio o lo perdió el fútbol?
En verdad perdí las dos cosas. Perdí el fútbol a los 17 y también perdí el estudio, como consecuencia de tratar de adaptarme a mi ciudad, en la que era extranjero. Mi adaptación, después de estar fuera desde los 5 hasta los 17 años, fue trabajando. Y lo hice en una empresa de combustible que recién se iniciaba y que me daba la posibilidad de crecer. Poco a poco ascendí, la empresa me premió con una gerencia y tuve que prepararme muy rápido. Hice más de 30 cursos para poder ejercer. Si bien no realicé estudios terciarios (superiores), todo eso fue importante para mi formación y para la vida que hice después en el fútbol.
¿Cómo es que comienza a dirigir?
Porque Bella Vista me ofreció su equipo juvenil. Empecé compartiendo mi tiempo de entrenador con mi labor en la empresa, pues podía escaparme dos o tres horas. Yo gané dos títulos ese 1976. Después de campeonar con la quinta me dieron el plantel profesional y logramos el ascenso. Pero tuve que dejar el cargo porque la empresa me lo pidió. El fútbol no pagaba bien, era una aventura, y yo tenía un nivel de vida bueno. Tenía responsabilidades, mi segundo hijo estaba por nacer...
Pero le quedó el bichito...
Pasaron seis meses, al equipo le fue muy mal en primera y en agosto la dirigencia me hizo una propuesta... Y entonces tomé esta decisión trascendente junto con mi esposa, sabiendo que nos tirábamos al vacío y que los riesgos de perder estatus estaban. Así fue: los años siguientes fueron de una pérdida notoria de posición económica y hubo que vender todo, pero de a poquitos fuimos saliendo. Mis primeros años dirigiendo fuera sirvieron para ir pagando deudas que contrajimos producto de no querer descender tanto.
Todo un tránsito romántico. ¿Nunca se lo reprochó?
Ni yo ni mi esposa ni mis hijos nos lo reprochamos. El resto del entorno familiar sí. Mi padre me dijo que estaba loco y muchos le dijeron a mi esposa que no me dejara.
¿Qué le daba el fútbol?
La posibilidad de desarrollar todo lo que siempre pensé sobre esto. Quería trasladar ideas y conceptos, ser entendido. Mis jugadores dicen que me entienden. Donde hubo que salir campeón, se salió campeón; donde hubo que clasificar, se clasificó. De hecho, tengo ofertas para volver a todos los lugares donde he trabajado, pero tengo un compromiso con Perú.
Dice que su hobby es su trabajo. ¿Su esposa entiende eso?
Sí, sabe que en casa tengo que ver fútbol. Por suerte hay más de un televisor, je. Yo descanso ocho horas, empleó dos horas y media en comer y trasladarme y el resto lo paso trabajando.
¿Si Dios jugara al fútbol le daría una clasificación a un técnico tan devoto como usted?
Yo digo que primero es Jesús, después mi familia y después el trabajo, ese es el orden. Siempre le pido cosas, pero están vinculadas a tener paz, a sentirme hacedor de lo correcto y a pedirle perdón por mis errores.
Desde que llegó ha dado decenas de notas, casi todas futbolísticas. ¿No se cansa?
Tengo mucha paciencia, pero cuando se me acaba se me nota y exploto. Para las entrevistas con ustedes hago una oración, ja, ja... Mi idea es que ustedes lleven el material que se merecen y que yo quede inmune, je, je.
¿Paciencia hay que tener para pelear el pase al Mundial?
Esto no es cuestión de magia, esto va a costar sangre, sudor y lágrimas. La eliminatoria es una carrera de resistencia y hay que tener paciencia en la derrota y equilibrio en el triunfo. Tenemos con qué, pero hay que creer. No podemos dejarnos vencer ante la primera adversidad.
¿Por qué dijo que Messi es más que Maradona y Pelé?
Tiene una continuidad muy grande, vemos genialidades suyas todos los días y nuestro disco duro ya no aguanta más cosas lindas de Messi. Le falta un Mundial. Cuando lo gane se acabó. Habrá aparecido el rey.
Fuente: Peru21
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