Maricielo Effio: “Cuando el espejo me lo diga, me haré otras cirugías”

“Quiero casarme por la Iglesia en marzo... y quiero que mi padre me lleve del brazo”, nos dice Maricielo Effio, la guapa actriz y bailarina que se alejó de su familia por amor. En la capital de la República acaba de abrir Talento’s, su academia de baile. Inscripciones: 723-3533.

“'Maricielo’, mi nombre, es una fantasía soñadora de mi padre. Es bonito… aunque ya no lo es tanto porque ahora hay un montón (risas)”, nos dice Maricielo Effio, la muy guapa actriz y bailarina, quien se hizo famosa en su niñez al ser elegida 'La Paquita Peruana’.

¿Y se llaman así por usted?

Claro. Mentiría si no lo dijera.

Hemos crecido admirándola…

Gracias por lo que me toca (risas). Me llena de orgullo estar casi 20 años en este medio. La gente ha sellado en su memoria mis días como 'La Paquita Peruana’.

¿Quiso quitarse esta imagen?

No. Muchos me dicen “ya han pasado 19 años de la Paquita y sigue siendo tu emblema; ¿no te impide mostrar tus otras facetas, tus otros trabajos que son tan o más importantes”. Y yo les respondo que la 'Paquita’ ha sido el concurso más importante de mi vida… no solo como profesional sino como persona, pues gracias a él soy lo que soy y pude construir mi carrera… y me sigo manteniendo en un medio difícil y traicionero. Traicionero en el sentido de que hoy una está en la cima de la colina y mañana no.

¿Quién es Maricielo Effio?

Una mujer que se ha caído y que se ha levantado muchísimas veces; alguien que ha vuelto a creer. Mi vida no ha sido fácil.

¿Siempre quiso ser actriz?

Sí. La Paquita fue mi primera vitrina. Siempre me atrajeron –y me atraerán hasta vieja (risas)– las luces, los flashes. Me ponía los tacos de mi mamá, me pintaba la boca de rojo. Me gusta exhibirme, pero con control. Sobreexhibirme no es lo mío.

¿Cuánta importancia le da a la inteligencia?

Siempre he sido cabeza y corazón. El contacto con los demás muchas veces hace que uno sea más racional que emocional. Esto me ha pasado en los últimos diez años. ¿Me ha ido mejor? Digamos que no la pasé mal y que me consagré en varias cosas… y esa consagración se debe a mi parte racional. Sin embargo, los artistas somos bastante sensibles y emocionales y nunca dejamos de ponerle corazón a lo que hacemos.

Usted representa a la belleza bien peruana…

Sí. Me siento 100% peruana, todas mis pinceladas son 'locales’. Yo tengo química con los peruanos de a pie, mi relación con ellos es afectiva. Siento que soy un ejemplo de superación para muchos y eso me halaga. Cuando me fui un par de años a Miami –usando mi lado racional y por algunas insatisfacciones personales– comprobé cuán peruana era, pues allá me sentí una apátrida, una persona sin identidad… y eso que me fui con mi novio; hoy, mi esposo.

Usted es protagonista de una historia de amor que supera todos los obstáculos…

Yo amo intensamente. Mi cabeza puede haber cambiado, pero mi corazón –a pesar de los golpes, del sufrimiento familiar– siguió remando hasta llegar a buen puerto (se le quiebra la voz). Con Ernesto, mi esposo, nos casamos a pesar de la oposición de mis padres, de los maremotos que se nos presentaron. Hoy, por mi matrimonio, soy una mujer feliz, y quiero gritarlo.

¿Qué hace a Ernesto una gran pareja?

Soportó cosas que un hombre no soportaría de ninguna mujer. Por ejemplo, el rechazo de mi familia. Quizá al inicio mi enamoramiento tuvo que ver con la terquedad, porque lo prohibido es más atractivo, pero luego se transformó en algo que me llenaba. Después de dos años juntos nos sentamos a conversar y nos dimos cuenta de que estábamos muy involucrados. Yo pensé que iba a ser pasajero, pues Ernesto no era el prototipo de hombre que, por entonces, yo quería.

¿Cuál era su prototipo?

Empresario, con ojos claros, grande, guapo, exitoso… ese prototipo de hombre que la mujer busca en un primer momento. Además, yo tenía 25 años, pero mi alma era de 17, y él tenía 33. ¿Por qué le hice caso? Por el baile… bailaba tan lindo. ¿Uno hace el amor como baila? Sí (risas)... y lo veo lindo por fuera por lo bueno que es por dentro. Todo me lo he ganado a pulso y con sangre… hasta el marido (risas). Ernesto y yo fuimos carbonizados, y nuestro amor renació como el ave fénix porque creímos en él…

Querían que sea una arribista...

Y yo me negué a serlo.

Usted sabe que es guapa y le gusta mostrar lo que tiene…

De vez en cuando. Hay que saber cuándo mostrar… como lo hice en Dioses (la película de Josué Méndez donde hace un desnudo). Sin embargo, mi perfil siempre ha sido bajo.

Yo tengo muchos amigos que matarían por hacer el amor con la 'paquita peruana’ convertida en mujer…

(Ríe). Muchas personas me paran en las calles o me escriben un e-mail y me dicen: “Maricielo, te sigo desde chiquito”. Yo lo tomo como un halago. Yo siempre he querido proyectar la imagen de niña-mujer. Recuerdo que hice unas fotos reveladoras donde saqué la imagen de la 'Paquita’ como mujer. Nadie podía creer que del gorrito había pasado al bikini, al maquillaje y a posar como antes no había posado.

¿Tiene algunas cirugías, no?

Sí, claro (y se mira el busto). Y voy a seguir insistiendo cuando el espejo me lo diga: una jaladita, una quitadita… y todo sea por el público (risas).

Fuente: Peru21