Antes de cumplir los 15 años y antes de que se hiciera famosa en el vóley, Gaby Pérez del Solar era larguísima, descoordinada y flaca. El tiempo la ha cambiado. Ya no es descoordinada. Por el contrario, su destreza en el deporte le ha dado el éxito que muchos buscan, y que ella siempre dedica al Perú.
“No voy a mi hotel (en Cusco), pero le va muy bien. Lo administran mis hermanos. Yo solo soy la dueña, nada más”, dice Gabriela Pérez del Solar. Es el preámbulo indicado para una conversación sobre el éxito que siempre la acompaña.
¿Hay más éxito después del salón de la fama del vóley?
Es el top. No hay más. Fue un reconocimiento no solo a mi carrera, sino a mi vida. Ellos evalúan qué ha hecho esa persona después de ser voleibolista. Eso lo hace más bonito aún. No pensé llegar.
¿Y la abruma el éxito?
Es lindo. En la calle, la gente te dice de nuevo: “Gaby, te felicito, qué emoción”, “nos sentimos orgullosos de ti”. Eso es lo que realmente me llena, aunque no me cambia...
Es que la vida continúa...
Yo siempre digo que desde chicas, con el vóley, tuvimos una fama bonita, positiva. A mí el vóley económicamente no me dio nada, pero me dio el reconocimiento de todos los peruanos, que es lo que vale más.
¿Cuál es la voleibolista más exitosa que ha conocido?
¿Aquí?
O donde quiera...
Pues serían las chicas de la selección que estuvo en Seúl (risas). ¿Para qué ir más allá de las fronteras? También pondría a Lucha Fuentes.
¿Cuánto influyó Man Bo Park en su carrera?
Creo que si nosotras somos lo que somos, fue por él. Por su disciplina, su dureza, su constancia. Él me tuvo mucha paciencia porque yo llegué al vóley sin saber jugarlo, se la jugó por mí porque yo era larguísima, descoordinada, flaca. Él estuvo allí.
¿Qué es lo más duro que alguna vez le dijo Man Bo Park?
De repente fue duro con el entrenamiento. A la hora de defender yo tenía problemas para tirarme al piso por ser tan alta. Él me hacía practicar ese ejercicio cien veces al día y me salían heridas, y él me ponía toallas higiénicas en las heridas y pedía que lo siguiera haciendo.
¿Él mismo ponía las toallas? quizá ese fue un gesto de afecto...
Sí, pero al final la toalla se movía de tanto que me tiraba al piso y me hacía más heridas.
¿Nunca hubo una agresión verbal?
Estábamos acostumbradas a sus gritos, pero eso no era agresión.
¿Solo gritaba en español?
Sí, pero tenía un vocabulario corto. “Chica bruta”, “chica no entiende”, “chica zonza”, esas eran sus maneras de llamar la atención.
Cuando llegó a jugar en Europa, ¿qué es lo que más extrañó de sus compañeras?
Extrañé todo lo que nos conocíamos. Yo me entendía con Rosa García solo con mirarla.
Ella le hacía los pases...
Claro, había una química especial.
¿Nunca encontró una Rosa García en Italia?
No. Y eso que jugué en el mismo equipo de Irina Kirilova, una de las rusas con las que perdimos el 88.
¿Qué nos faltó en el campeonato de Japón?
Ya no quiero hablar de eso. Solo pienso que no tenemos un buen equipo. Estamos muy atrasados.
¿Y vio todos los partidos de Perú? sospecho que no...
Más o menos. Ahora que doy de lactar a mi bebita duermo mucho.
¿Cómo toma una persona tan exitosa como usted la derrota de Lourdes Flores en las municipales?
Es una pena que Lima perdiera a una política como Lourdes. Como partido fue un golpe, pero estoy segura de que ella no nos va a dejar.
¿Tratará de volver al Congreso?
Quiero seguir trabajando. Mi padre suele decir que si me voy, algún sinvergüenza entrará por mí.
Fuente: Peru21
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