Carlos Tovar “Carlín” reclama en nombre de sus colegas este derecho. Humorista gráfico acaba de publicar El carlín del hortelano, una antología de sus caricaturas de La República.
Carlos Tovar “Carlín”, como siempre, es imperdonable, letal. A diario embiste contra políticos corruptos, demagogos y, claro, los fujimontesinistas. En su nuevo libro, El Carlín del hortelano (Ed. Setiembre), ha reunido una selección de sus caricaturas publicadas en La República. Un libro de colección.
–Retratas a los políticos, no como posan ante el público, sino como dice Augusto Álvarez Rodrich, tal como son.
–Eso siempre se dice, que la caricatura refleja el alma de la persona. Esa no es una situación tan voluntaria en mi caso, a veces es un resultado casi automático del oficio. Así como los políticos se esfuerzan para aparecer bien ante los fotógrafos, este logra captar un gesto y muestra la otra faceta que el político quiera ocultar. Así ocurre con la caricatura.
–Como las muecas de Fujimori, por ejemplo.
–Claro. Como me baso en fotografías, también, busco imágenes que reflejen tal vez lo que yo quiero que el personaje aparezca haciendo en la caricatura. Entonces ahí se busca ciertos gestos que lo retraten. Como has dicho, por ejemplo la mueca de Fujimori, los gestos se van quedando grabados en la cara. Esa es una frase de pintor inglés, que dice que nadie es culpable de la cara con la que nace, pero después de los cuarenta años, todos somos responsables de nuestros rostros (risas).
Inventario crítico
–Tu libro, El Carlín del hortelano, es un inventario crítico sobre el gobierno aprista.
–Es una recopilación de los cuatro años del gobierno de Alan García y todo lo que ha pasado. Claro que una de las cosas que más ha destacado es la doctrina del perro del hortelano y sus consecuencias, los sucesos de Bagua. Asimismo, la extradición, juicio de Fujimori y los petroaudios.
–¿Este oficio te habrá regalado enemistades?
–Sí, aunque trato de evitar el contacto con las esferas del poder para no encontrarme con los personajes. Siempre es incómodo. Pero curioso, son más los que llaman porque les ha gustado una caricatura y piden una copia, aunque últimamente ya no me está pasando mucho eso (risas).
–¿Eres más severo...?
–Sí, más severo. Ocurre también que hay políticos que se quejan, mandan cartas al diario, hasta me han llamado por teléfono. Una vez, un personaje no muy conocido, no voy a decir su nombre, me insultó, a mi juicio sin razón por una caricatura que hice en la que él aparecía. Ayer estaba en un cóctel, lo vi y tuve que evitarlo. Es muy incómodo.
–En tus personajes, ¿algunos los sabes de memoria?
–Sí, claro. A veces para entrevistas de televisión dibujo a Alan García. Pero todos los días no dibujo de memoria. Cada vez que tengo que dibujar un personaje voy de nuevo a buscar su fotografía, la más actual. Si estoy recreando una escena, la fotografía del lugar de los hechos. Será porque quiero seguir aprendiendo, dominando el personaje.
–¿Investigarlo?
–Sí. Dibujo siempre documentándome. Me gusta situarlos en su ambiente. Si es una escena en Palacio, Salón Dorado o Despacho Presidencial, los pinto. Nunca he estado allí, pero ya los conozco (risas).
–¿Los quioscos de periódicos es una fuente de inspiración?
–No es que sea fuente de inspiración, sino yo tengo el cuidado de ir todos los días al quiosco para ver las primeras planas y saber por dónde andan las noticias. A veces puede ser una fuente de inspiración. Hace poco me encontré con tres portadas contra Susana Villarán y ella todavía no había crecido en las encuestas. Hice una caricatura con el quiosco.
–Esos ataques la ayudaron.
–Eso es lo que la caricatura pretende decir, que esos diarios, como dijo Álvarez Rodrich, el grupo Colina mediático destinado a liquidar a Susana, la ayudó a crecer.
–Dime, ¿te consideras un periodista?
–Sí, por supuesto, reclamo mi condición de periodista, no estoy colegiado porque no he estudiado la carrera. Espero que el gremio me acepte. Los caricaturistas reclamamos el estatus de ser columnistas de la prensa, la autonomía para nuestra columna porque la caricatura es una pequeña columna periodística.
–¿Una columna de opinión?
–Doy charla de caricatura y afirmo que la misma es parte del periodismo de opinión. Curiosamente, en algunas asuntos estamos relegados, cuando, por ejemplo, Apo hace una encuesta anual y formula la pregunta quiénes son los periodistas más influyente de la prensa escrita, estamos excluidos automáticamente. Nosotros no escribimos, sino dibujamos. Apoyo debe tener en cuenta que en la prensa hay periodistas de opinión y que son dibujantes.
–Siempre aparecen como ilustradores, quienes ponen la cosa amena…
–Sí, antiguamente el estatus del caricaturista estaba un poco subordinado al editorial, pero hoy en día tiene autonomía. Ya la gente entiende que el caricaturista político tiene su propia opinión.
–¿Un caricaturista como tú no debe tener amigos en el poder?
–Sí pues, cuando uno termina siendo, aunque involuntariamente amigo o conocido de una persona de las esferas del poder, uno percibe que ellos suelen decir “cómo, si yo conozco a Carlín, me hace esto”. Yo solo trato de ser profesional, no lo hago porque sea malo.
–¿Te interesan temas como el triunfo de Sofía Mulanovich?
–No me atraen en absoluto. Creo que la caricatura, sobre todo la política es una herramienta crítica, no sirve para buscar lo positivo, elogiar. Si uno halaga algo es la caricatura más aburrida.
–O sea, ¿Vargas Llosa se quedó sin caricatura?
–No haría una caricatura sobre el Nobel de Vargas Llosa para resaltar que es positivo el premio, pero sí puedo tocar ese tema y saco a colación a Alan García cuando expresó que podía impedir que salga Presidente quien él no quería (ver caricatura).
–Sin el Congreso que tenemos, ¿tu chamba sería más difícil?
–No trabajo solo. En el Congreso tengo más de cien colaboradores. La mayoría de los congresistas son mis colaboradores voluntarios, sin ellos no podría hacer mi labor. ¿Qué hago? ¡Ah!, y no olvides a los ministros.
“Me alegró el Nobel de MVLl”
–¿No tienes piedad?
–No hombre, siempre he sido despiadado. No me arrepiento, pero sí me molesta cuando algunos políticos se quejan y tengo que soportarlo. La peor reacción que puede tener un político frente a la caricatura es molestarse o tomárselo a pecho. Había un político inglés que decía, “escriban todo lo quieran de mí, pero estos dibujos no los soporto”.
–Una pregunta para molestarte. Tú, marxista confeso, ¿te alegró que Vargas Llosa gane el Nobel?
–Sí, sinceramente me alegró porque soy admirador de Vargas Llosa como novelista, soy lector de Vargas Llosa. Además hay que reconocer, al margen de que él tiene una posición liberal y yo marxista, que es un liberal consecuente, serio, y que ha defendido los derechos humanos de manera notable. Criticó a la dictadura de Fujimori y más recientemente se enfrentó al decreto 1097 de manera valiente. Una carta demoledora y además brillante. Hay que reconocer al César lo que es del César.
Fuente: La República
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